viernes, 4 de diciembre de 2009

DOMUS NATALIS




¿Cómo no mirar con cariño la casa en la que uno ha nacido? Si además has vivido en ella la infancia y juventud, te marca para el resto de tu vida.

En mi caso, los recuerdos son de una casa neoclásica de la Esquerra de l'Eixample. Un chaflán. Con las ventanas llenas de sol y la vida cotidiana desfilando a los pies. En los años 50, se levantaba solitaria entre viejos almacenes y solares. En la esquina de Sepúlveda con Villarroel, el cuarto piso.

La casa natal te marca y hace que busques siempre una especie de sustituto. Su distribución de espacios, su geografía interior es la primera psicología de tu vida. A veces, te acuerdas de ella y la echas mucho de menos. Sobre todo si, como es mi caso, naciste en ella y no en una clínica.

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